martes, 16 de diciembre de 2008

LA SUBIDA DE LOS INDITOS, TRADICION GUADALUPANA EN SAN CRISTÓBAL

niñas y niños son vestidos al estilo de las etnias chiapanecas.
Una de las tradiciones de los creyentes católicos de San Cristóbal de Las Casas es la que sucede año con año el día diez de diciembre que niños y niñas de todas las edades visitan a la Virgen de Guadalupe ataviados a la usanza de los indígenas chiapanecos.

Desde temprana hora fue posible observar en el recién inaugurado “Andador Guadalupano” a madres que en brazos o llevándolos de la mano, conducen a sus pequeños, vestidos con los coloridos ropajes de las etnias: tsotsiles, tseltales, choles, zoques, tojolabales y hasta algunos portando prendas mayas peninsulares y purépechas, de gente de otros puntos de la república que hoy residen en el Valle de Jovel.

Cabe mencionar que esta práctica comienza a verse en la ciudad a partir del inicio del siglo pasado, y hace referencia mediante los niños a San Juan Diego, a quien se le atribuye presenciar en el Tepeyac las apariciones de la “Virgen Morena”.

La petición que por medio de este peculiar peregrinaje se hace a la “patrona de México”, esta directamente asociado a sus protagonistas, niños y niñas de todas las edades que son encomendados para que crezcan sin problemas de salud.

“hoy desde hace muchos años, desde que yo era niña se sube a los niños vestidos de chamulitas, o de zinacantequitos, con flores para la santísima Virgen, para que los cuide”, mencionó la señora Elvira Castellanos, vecina del barrio quien a paso lento hizo el recorrido juntos a dos de sus nietos hasta la cima de la colina en que se ubica el templo de Guadalupe.

“La subida de los inditos” es también la oportunidad de “presentar ante la virgen” a los niños de reciente nacimiento, quienes desde meses, o incluso días de edad, y sin importar el clima frio característico de esta época son llevados ante el altar guadalupano para recibir la bendición.

Vale la pena mencionar que esta al igual que otras tradiciones de esta antañona ciudad han sido transmitidas de generación en generación y hoy forman parte de las celebraciones religiosas que identifican a los sancristobalenses.

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