martes, 9 de septiembre de 2008

MANOS QUE DAN VIDA A LA TIERRA.


Inmerso en montañas de preciosa tierra roja Amatenango del Valle es un pueblo famoso por la elaboración de piezas de barro que lo han llevado a ser reconocido como la capital de la alfarería en Chiapas, distinción que le ha permitido trascender más allá de nuestras fronteras.

Enclave tzeltal ubicado en un punto intermedio entre San Cristóbal y Comitán a orillas de la carretera panamericana en el que las mujeres ejercen el oficio de alfareras desde niñas cuando comienzan a mesclar la tierra con agua, hacer sus primeras figurillas, y a mantener vivo el fuego, incluso son ellas las encargadas de elaborar animalitos y muñecas para jugar, los hombres ayudan a recoger y transportar la leña pero su trabajo principal se encuentra en el campo cultivando la tierra.


Una de las características que diferencia a la cerámica que se produce en esta región de otras, es que las piezas no se cuecen al interior de un horno, sino que se ponen a secar para posteriormente “quemarlas” a lado de fogatas a cielo abierto, como nos platica Lucina López, mujer artesana que atiende nuestras preguntas mientras decora una paloma con vivos colores, cabe mencionar que esta técnica conserva gran similitud con la utilizada por los pueblos mayas que habitaron estas tierras, agrega Lucina que esto hace que las artesanías sean frágiles y por tanto difíciles de transportar y comercializar en otros lugares.

Entre las figuras que se venden en los paradores construidos a orilla de carretera resaltan las palomas, jaguares y gallos, también encontramos jarrones, cantaros, soles, lunas, armadillos, ranas, cochinitos entre muchas otras figuras modeladas por las manos mágicas de las amatenanguenses, incluso hay quienes hacen encargos de figuras que desean, como la elaborada hace más de una década atrás, en la que sobre el mapa del Estado de Chiapas se encontraban varios personajes “unos eran zapatistas y otros del gobierno, y agarrados de la mano alrededor habían gentes de la cruz roja” nos comenta Lucina, en referencia a las pláticas de paz a raíz del conflicto armado, de igual manera nos explica que esa pieza la conservan en la sede del Comité Internacional de la Cruz Roja en Ginebra, Suiza, lo que le hace sentirse muy contenta y orgullosa.

Momentos antes de partir Lucina nos dice: “yo quiero invitar a toda la gente que pasa por el camino a que se baje un rato de sus carros y vean lo que las mujeres artesanas hacemos, por mas chiquito que sea lleva un poco de nuestro corazón y de los que nos enseñaron”.

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